Allí le llevaron uno que era sordo y tartamudo, y le suplicaban que pusiera la mano sobre él.
En otra ocasión Jesús echaba fuera de un hombre a un demonio que lo había dejado mudo. Cuando salió el demonio, el mudo habló, y la gente se quedó asombrada.
y le suplicaba con insistencia: ―Mi hijita se está muriendo. Ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva.
Con esto, se le abrieron los oídos al hombre, se le destrabó la lengua y comenzó a hablar normalmente.