Jesús le dijo: ―Por haberme respondido así, puedes irte tranquila; el demonio ha salido de tu hija.
«Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece.
El que vive pecando pertenece al diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir lo que hace el diablo.
―Sí, Señor —respondió la mujer—, pero hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan los hijos.
Cuando ella llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama. El demonio ya había salido de ella.