«Lleven sandalias —dijo—, pero no dos mudas de ropa».
Le dijo además el ángel: «Vístete y cálzate las sandalias». Así lo hizo, y el ángel añadió: «Échate la capa encima y sígueme».
Tomen la buena noticia de la paz y predíquenla, pues esos serán sus zapatos de guerra.
»Yo los bautizo a ustedes con agua en señal de arrepentimiento. Pero el que viene después de mí es más poderoso que yo, y ni siquiera merezco llevarle las sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego.
Tampoco lleven bolsa para el camino, ni dos mudas de ropa, ni sandalias, ni bastón. Pues el trabajador merece que se le dé su alimento.
Les ordenó que no llevaran nada para el camino, ni pan, ni bolsa, ni dinero en el cinturón, sino solo un bastón.
Y añadió: «Cuando entren en una casa, quédense allí hasta que salgan del pueblo.