Jesús se les quedó mirando. Estaba enojado y entristecido por su falta de compasión, y le dijo al hombre: ―Extiende la mano. Así que la extendió, y la mano le quedó curada.
«Les ha cegado los ojos y endurecido el corazón; para que no vean con los ojos, ni entiendan con el corazón; para que no se arrepientan, y yo los sane».