Estaban llenos de miedo por lo que veían. Pero él habló en seguida con ellos y les dijo: «¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo».
Pero Jesús les dijo en seguida: ―¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.
Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: ―¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!
Los discípulos, al verlo caminar sobre el agua, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar.