Los discípulos, al verlo caminar sobre el agua, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar.
Aterrorizados, creyeron que veían a un espíritu.
En la madrugada, vio que los discípulos hacían grandes esfuerzos para remar, pues tenían el viento en contra. Se acercó a ellos caminando sobre el lago, con la idea de pasar de largo.
Estaban llenos de miedo por lo que veían. Pero él habló en seguida con ellos y les dijo: «¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo».