También echaban fuera a muchos demonios y sanaban a muchos enfermos, ungiéndolos con aceite.
Cuando los setenta y dos regresaron, dijeron contentos: ―Señor, hasta los demonios nos obedecen en tu nombre.
Reunió a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malignos.
Su fama se extendió por toda Siria. Por eso, le llevaban a todos los que sufrían diversas enfermedades y los que sufrían de dolores graves. También le llevaban a los endemoniados, los epilépticos y los paralíticos, y Jesús los sanaba.