Pero Jesús seguía mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho.
―Ves que la gente te aprieta —le contestaron sus discípulos—, y aun así preguntas: “¿Quién me ha tocado?”.
La mujer, sabiendo lo que le había sucedido, se acercó temblando de miedo. Se arrojó a los pies de Jesús y le confesó toda la verdad.
Jesús miró alrededor y les comentó a sus discípulos: ―¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios!