Tomarán en sus manos serpientes; y, cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno. Pondrán las manos sobre los enfermos y estos recobrarán la salud.
Cuando Jesús salió de la sinagoga, se fue a casa de Simón. La suegra de Simón estaba enferma con una fiebre muy alta. Entonces le pidieron a Jesús que la ayudara.
Él tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Después de escupirle en los ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ―¿Puedes ver algo?
Cuando ya se acercaba a las puertas del pueblo, vio que sacaban de allí a un muerto. Era el único hijo de una mujer viuda. La acompañaba un grupo grande de la población.
Ananías se fue. Cuando llegó a la casa, puso sus manos sobre Saulo y le dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús me ha enviado. Fue él quien se te apareció en el camino. Me envía para que recuperes la vista y seas lleno del Espíritu Santo».