Así que él les dio permiso. Cuando los espíritus malignos salieron del hombre, entraron en los cerdos. Eran unos dos mil cerdos, y todos huyeron y cayeron al lago por el precipicio, y allí se ahogaron.
Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron al que había estado controlado por la gran cantidad de demonios. Estaba sentado, vestido y en su sano juicio, y tuvieron miedo.