»Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la borrachera y las preocupaciones de esta vida. Si no tienen cuidado, aquel día caerá de repente sobre ustedes.
»¡Tengan cuidado! —dijo a la gente—. Cuídense de todo deseo por tener siempre más, porque la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes».
El que recibió la semilla que cayó entre espinos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones de esta vida y el engaño de las riquezas la ahogan. Por eso, la semilla no llega a dar fruto.
Pero las otras semillas cayeron en buen terreno, en el que dio una cosecha que rindió hasta cien, sesenta y treinta veces más de lo que se había sembrado.
Pero las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.