Es que ellos habían dicho: «Tiene un espíritu maligno».
Muchos de ellos decían: «Está endemoniado y loco de remate. ¿Para qué hacerle caso?».
Los maestros de la Ley que habían llegado de Jerusalén decían: «¡Está controlado por Beelzebú! Echa fuera a los demonios por medio del príncipe de los demonios».
excepto a quien ofenda al Espíritu Santo. Este no tendrá perdón jamás; es culpable de un pecado eterno».
En eso llegaron la madre y los hermanos de Jesús. Se quedaron afuera y enviaron a alguien a llamarlo,