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Referencias Cruzadas

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Marcos 2:5

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: ―¡Hijo, tus pecados quedan perdonados!

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28 Referencias Cruzadas  

Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: ―¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!

La oración de fe sanará al enfermo y el Señor lo levantará. Y, si ha cometido pecados, sus pecados se le perdonarán.

Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: ―¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana en aquel momento.

No merecíamos el amor que nos ha salvado por medio de la fe en Cristo. No es algo que nosotros hubiéramos logrado hacer; ¡es un regalo de Dios!

Por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.

Después de esto, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: ―Mira, ya has quedado sano. No vuelvas a pecar, no sea que te ocurra algo peor.

Al ver la fe de ellos, Jesús dijo: ―¡Amigo, tus pecados quedan perdonados!

Ayúdense unos a otros, y perdonen a todo el que los ofenda. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.

Si ustedes perdonan a alguien, yo también lo perdono. De hecho, si había algo que perdonar, lo he perdonado por consideración a ustedes. Cristo es testigo de que así es.

Por eso hay entre ustedes muchos que están débiles y enfermos, y varios han muerto.

escuchando a Pablo. Cuando Pablo vio que el hombre tenía fe para ser sanado,

Cuando él llegó y vio las evidencias de la bondad de Dios, se alegró. Entonces animó a todos a seguir firmes en la obediencia al Señor.

No necesitaba que nadie le informara nada acerca de los demás, pues él conocía lo más íntimo de cada persona.

―¡Hija, tu fe te ha sanado! —le dijo Jesús—. Vete en paz.

―¡Hija, tu fe te ha sanado! —le dijo Jesús—. Vete en paz y queda sana de tu aflicción.

¿Qué es más fácil, decirle: “Tus pecados quedan perdonados”, o decirle: “Levántate y anda”?

Estaban sentados allí algunos maestros de la Ley, que pensaban:




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