Al entrar en la tumba vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado a la derecha, y se asustaron.
En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero a la tumba. Y vio y creyó.
Su aspecto era como el de un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve.
Al verlo, Zacarías se asustó, y el temor se apoderó de él.
Tan pronto como la gente vio a Jesús, todos se sorprendieron y corrieron a saludarlo.
Todos se quedaron tan asustados que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una enseñanza nueva, pues lo hace con autoridad! Les da órdenes incluso a los espíritus malignos, y le obedecen».
Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentir temor y tristeza.
Pues la piedra era muy grande. Pero, al fijarse bien, se dieron cuenta de que estaba corrida.