Pero ellos, al oír que Jesús estaba vivo y que ella lo había visto, no lo creyeron.
Pero a los discípulos el relato les pareció una tontería, así que no les creyeron.
―¡Ah, gente incrédula! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho.
Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban.
Como ellos no acababan de creerlo a causa de la alegría y del asombro, les preguntó: ―¿Tienen aquí algo de comer?
así que los otros discípulos le dijeron: ―¡Hemos visto al Señor! Tomás les respondió: ―Si no veo la marca de los clavos en sus manos, meto mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré.