Era el día de la preparación para la Pascua. Los judíos no querían que los cuerpos permanecieran en la cruz en sábado, por ser este un sábado muy importante. Así que le pidieron a Pilato ordenar que les quebraran las piernas a los crucificados y bajaran sus cuerpos.
En Betania, mientras Jesús estaba sentado a la mesa en casa de Simón llamado el Leproso, llegó una mujer con un frasco muy fino. El frasco estaba lleno de un perfume muy costoso, hecho de nardo puro. Ella rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús.