Un letrero tenía escrita la causa de su condena: «El Rey de los judíos».
Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los judíos».
―¿Dónde está el recién nacido rey de los judíos? —preguntaron—. Vimos salir su estrella y hemos venido a adorarlo.
―¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó Pilato. ―Tú mismo lo dices —respondió.
Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
Que baje ahora de la cruz ese Cristo, el rey de Israel, para que veamos y creamos. También lo insultaban los que estaban crucificados con él.