Después de burlarse de él, le quitaron el manto púrpura, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.
Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y los soldados se lo llevaron.
Después de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.
Lo golpeaban en la cabeza con una vara y lo escupían. Doblando la rodilla, le rendían homenaje.
A uno que pasaba por allí de vuelta del campo, un tal Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, lo obligaron a llevar la cruz.