―¡Viva el rey de los judíos! —lo aclamaban.
―¿Eres tú el rey de los judíos? —le preguntó Pilato. ―Tú mismo lo dices —respondió.
Luego hicieron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza, y en la mano derecha le pusieron una vara. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo: ―¡Viva el rey de los judíos!
Le pusieron un manto de color púrpura; luego hicieron una corona de espinas y se la colocaron.
Lo golpeaban en la cabeza con una vara y lo escupían. Doblando la rodilla, le rendían homenaje.
―¡Viva el rey de los judíos! —le gritaban, mientras se le acercaban para abofetearlo.