―¿Y qué voy a hacer con el que ustedes llaman el rey de los judíos? —les preguntó Pilato.
Por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
Y comenzaron la acusación con estas palabras: ―Hemos descubierto a este hombre causando alboroto en nuestra nación. Se opone al pago de impuestos al césar y afirma que él es el Cristo, un rey.
«Digan a la hija de Sion: “Mira, tu rey viene hacia ti, humilde y montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga”».
Pero los jefes de los sacerdotes alborotaron a la gente para que Pilato les soltara más bien a Barrabás.
―¡Crucifícalo! —gritaron.