Él lo volvió a negar. Poco después, los que estaban allí le dijeron a Pedro: ―Seguro que eres uno de ellos, pues eres galileo.
Con admiración y sorpresa preguntaban: «¿No son galileos todos estos que están hablando?
Pero él lo negó: ―No lo conozco. Ni siquiera sé de qué estás hablando. Y salió afuera, a la entrada; en ese momento el gallo cantó.
Cuando la criada lo vio allí, les dijo de nuevo a los presentes: ―Este es uno de ellos.
Él comenzó a maldecir. ―¡No conozco a ese hombre del que hablan! —les juró.