Los jefes de los sacerdotes y el tribunal en pleno buscaban alguna prueba contra Jesús para poder condenarlo a muerte, pero no la encontraban.
Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano será llevado a juicio. Es más, cualquiera que insulte a su hermano será llevado ante el tribunal. Y cualquiera que lo maldiga será llevado al fuego del infierno.
Muchos testificaban falsamente contra él, pero sus declaraciones se contradecían.
Mientras tanto, el sumo sacerdote interrogaba a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.
¿Por qué me interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo que dije.