Pero Pedro lo siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote. Allí se sentó con los guardias y se calentaba junto al fuego.
Como hacía frío, los criados y los guardias hicieron una fogata. Estaban de pie, alrededor del fuego, y Pedro estaba con ellos, calentándose.
Se reunieron entonces los jefes de los sacerdotes y los líderes del pueblo en el palacio de Caifás, el sumo sacerdote,
Mientras tanto, Simón Pedro seguía de pie, calentándose. ―¿No eres tú también uno de sus discípulos? —le preguntaron. ―¡No lo soy! —dijo Pedro, negándolo.
Y, como estaba angustiado, se puso a orar con más fuerza. Su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra.
Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».
Pero Pedro lo siguió de lejos hasta el patio del sumo sacerdote. Entró y se sentó con los guardias para ver en qué terminaba aquello.
Mientras Pedro estaba abajo en el patio, pasó una de las criadas del sumo sacerdote.
Arrestaron entonces a Jesús y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía de lejos.