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Referencias Cruzadas

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Marcos 14:49

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Todos los días estaba con ustedes, enseñando en el Templo, y no me arrestaron. Pero es preciso que se cumplan las Escrituras.

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27 Referencias Cruzadas  

―Yo he hablado abiertamente al mundo —respondió Jesús—. Siempre he enseñado en las sinagogas o en el Templo, donde se congregan todos los judíos. En secreto no he dicho nada.

Al amanecer se presentó de nuevo en el Templo. Toda la gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles.

Pues les digo que tiene que cumplirse en mí aquello que dicen las Escrituras: “Y fue contado entre los malvados”. En efecto, lo que se ha escrito de mí se está cumpliendo.

Mientras enseñaba en el Templo, Jesús les propuso: ―¿Cómo es que los maestros de la Ley dicen que el Cristo es hijo de David?

Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

Pero, entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder?

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta:

y Jesús andaba en el Templo, por la entrada de Salomón.

Una vez más Jesús se dirigió a la gente y les dijo: ―Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

En el último día, el más importante de la fiesta, Jesús se puso de pie y dijo: ―¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba!

Jesús enseñaba en el Templo todos los días. Los jefes de los sacerdotes, los maestros de la Ley y los dirigentes del pueblo procuraban matarlo.

Llegaron de nuevo a Jerusalén y, mientras Jesús andaba por el Templo, se le acercaron los jefes de los sacerdotes, los maestros de la Ley y los líderes judíos.

Y de inmediato dijo a la turba: ―¿Acaso soy un bandido, para que vengan con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el Templo, y no me arrestaron.

Jesús salió de aquel lugar y se fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán. Otra vez se le juntó mucha gente y, como era su costumbre, les enseñaba.

―¿Acaso soy un bandido —dijo Jesús—, para que vengan con espadas y palos a arrestarme?

Entonces todos lo abandonaron y huyeron.




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