Entonces Jesús afirmó: ―Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su Padre hace. Todo lo que hace el Padre, lo hace también el Hijo.
Sí, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que murió entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que de todo esto se le pedirán cuentas a esta gente.
―Les aseguro —respondió Jesús— que todo el que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o terrenos por mi causa y la de la buena noticia
Y, si en algún lugar no los reciben bien o no los escuchan, al salir de allí sacúdanse el polvo de los pies. Esto será como una advertencia contra ellos».
»Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa.
»Por eso, cuando des a los necesitados, no lo hagas saber a todos, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente los aplauda. Les aseguro que ellos ya han recibido toda su recompensa.
Te aseguro que cuando eras más joven te vestías tú mismo e ibas adonde querías. Pero, cuando seas viejo, extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras ir.
»Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que ponen esa cara para mostrar que están ayunando. Les aseguro que estos ya han obtenido toda su recompensa.
»No me refiero a todos ustedes; yo sé a quiénes he elegido. Pero esto es para que se cumpla la Escritura: “El que comparte el pan conmigo me ha puesto la zancadilla”.