―¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó. ―Maestro, quiero ver —respondió el ciego.
―¿Qué quieren que haga por ustedes?
»Pidan, y se les dará. Busquen, y encontrarán. Llamen, y se les abrirá.
No se preocupen por nada. Más bien, oren y pidan a Dios por todo. Presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan.
Y les gustan los saludos en las plazas y que la gente los llame “Maestro”.
―María —le dijo Jesús. Ella se volvió y dijo: ―¡Raboni! —que en hebreo significa: Maestro.
»Pero no permitan que a ustedes se les llame “Maestro”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos.
Él, arrojando la capa, dio un salto y se acercó a Jesús.
El comandante tomó de la mano al joven, lo llevó aparte y le preguntó: ―¿Qué quieres decirme?