―¿Qué quieren que haga por ustedes?
Si permanecen en mí y mis enseñanzas permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá.
―¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó. ―Maestro, quiero ver —respondió el ciego.
Se le acercaron Santiago y Juan, hijos de Zebedeo. ―Maestro —le dijeron—, queremos que nos des lo que te vamos a pedir.
―Permite que en tu glorioso reino uno de nosotros se siente a tu derecha y el otro, a tu izquierda.