Los discípulos se asombraron aún más y decían entre sí: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?».
―Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron.
¿Son servidores de Cristo? ¡Qué locura! Yo lo soy más que ellos. He trabajado mucho más que ellos, he sido encarcelado más veces. He recibido los azotes más crueles, he estado en peligro de muerte repetidas veces.
La gente estaba sumamente asombrada y decía: «Todo lo hace bien. Hasta hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Subió entonces a la barca con ellos, y el viento se calmó. Estaban sumamente asombrados,
Los que lo oyeron preguntaron: ―Entonces, ¿quién podrá salvarse?
―Señor, ¿son pocos los que van a salvarse? —le preguntó uno.
Le resulta más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.
―Para las personas es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, pero no para Dios. De hecho, para Dios todo es posible.