Así que recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y echando fuera demonios.
Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, anunciando la buena noticia del reino y sanando toda enfermedad y dolor entre la gente.
Entraron en Capernaúm y, tan pronto como llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y se puso a enseñar.
Además, muchos demonios salían de las personas, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.
Cuando ella llegó a su casa, encontró a la niña acostada en la cama. El demonio ya había salido de ella.
Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas. Anunciaba la buena noticia del reino y sanaba toda enfermedad y todo dolor.
Había en la sinagoga un hombre que era controlado por un espíritu maligno. De repente, el espíritu gritó:
Jesús respondió: ―Vámonos de aquí a otros pueblos cercanos donde también pueda predicar; para esto he venido.
En otra ocasión entró en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada.
Y él se quedó asombrado por la falta de fe de ellos. Jesús recorría los alrededores, enseñando de pueblo en pueblo.