―Por la poca fe que tienen —les respondió—. Les aseguro que, si tuvieran fe tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá”, y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible.
Resulta que un espíritu toma control de él, y de repente el muchacho se pone a gritar. También lo sacude con violencia y hace que eche espumarajos. Cuando lo ataca, a duras penas lo suelta.