Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies.
Salúdense unos a otros con un beso santo. Todas las iglesias de Cristo les mandan saludos.
Saluden a todos los creyentes con un beso santo.
Todos los hermanos en la fe les mandan saludos. Salúdense unos a otros con un beso santo.
El traidor les había dado esta contraseña: «Al que le dé un beso, ese es; arréstenlo».
Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino edúquenlos como el Señor lo haría, con disciplina y sabios consejos.