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Referencias Cruzadas

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Lucas 7:39

Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando. Sabría qué clase de mujer es: una pecadora».

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25 Referencias Cruzadas  

Todos se llenaron de temor y alababan a Dios. ―Hay entre nosotros un gran profeta —decían—. Dios ha venido en ayuda de su pueblo.

Al ver esto, los fariseos y los maestros de la Ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».

Porque de adentro, del corazón humano, salen los malos pensamientos, las relaciones sexuales prohibidas, los robos, los homicidios.

Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: ―¡Da gloria a Dios! A nosotros nos consta que ese hombre es pecador.

Entre la gente corrían muchos rumores acerca de él. Unos decían: «Es una buena persona». Otros decían: «No, él engaña a la gente».

La mujer le dijo: ―Señor, me doy cuenta de que tú eres profeta.

Durante algún tiempo él se negó. Pero por fin concluyó: “Yo no respeto a Dios ni tengo consideración de nadie.

El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar, y me da vergüenza pedir dinero.

Ahora bien, vivía en aquel pueblo una mujer que tenía fama de pecadora. Cuando ella se enteró de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco muy fino lleno de perfume.

Den muestras de verdadero arrepentimiento. Y no se pongan a pensar: “Somos descendientes de Abraham”. Pues les digo que Dios puede convertir estas piedras en descendientes de Abraham.

Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha”.

»Así que los últimos serán primeros y los primeros, últimos».

―Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea —contestaba la gente.

Llorando, se arrojó a los pies de Jesús, de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos; también se los besaba y les ponía del perfume.

Entonces Jesús le dijo a manera de respuesta: ―Simón, tengo algo que decirte. ―Dime, Maestro —respondió.




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