Entonces Herodes llegó hasta el colmo de encerrar a Juan en la cárcel.
Ellos derramaron la sangre de creyentes y de profetas. Ahora tú les has dado a beber sangre. ¡Es un justo castigo!».
Esto sucedió antes de que encarcelaran a Juan.
Cuando Jesús escuchó que habían encarcelado a Juan, regresó a Galilea.