Y estaban continuamente en el Templo, alabando a Dios.
Los discípulos salieron y predicaron por todas partes. El Señor los ayudaba en la obra y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
Le pido al Señor Jesús que les permita a todos gozar de su amor inmerecido. Amén.
Ellos, entonces, lo adoraron y luego regresaron a Jerusalén con gran alegría.
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.