En esta carta les hablaremos acerca de aquel a quien llamamos el Verbo. Él ya existía desde antes de la creación del mundo y es quien nos da vida. Lo que les contamos acerca de él es todo lo que hemos oído y visto con nuestros propios ojos. Lo hemos visto y tocado con las manos.
Le pido a Dios mismo, que es la fuente de paz, que los haga santos por completo y que así mantenga todo su ser: espíritu, alma y cuerpo. De esa manera, cuando nuestro Señor Jesucristo vuelva, nadie podrá acusarlos de nada.
Después de todo, nuestros padres humanos nos disciplinaban, y los respetábamos. Pues con mayor razón aceptemos la disciplina de nuestro Padre espiritual para que vivamos.
así que los otros discípulos le dijeron: ―¡Hemos visto al Señor! Tomás les respondió: ―Si no veo la marca de los clavos en sus manos, meto mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré.
Después de sufrir la muerte, se les presentó y les dio muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante cuarenta días se les apareció y les habló acerca del reino de Dios.