Aterrorizados, creyeron que veían a un espíritu.
―¡Estás loca! —le dijeron. Ella insistía en que así era, pero los otros decían: ―Debe de ser su ángel.
“No les harán caso, padre Abraham —respondió el rico—; en cambio, si se les presentara uno de entre los muertos, entonces sí se arrepentirían”.
―¿Por qué se asustan tanto? —les preguntó—. ¿Por qué les vienen dudas?