Pero nosotros teníamos la esperanza de que era él quien liberaría a Israel. Es más, ya hace tres días que sucedió todo esto.
«Alabado sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a liberar a su pueblo.
Llegando en ese mismo momento, Ana dio gracias a Dios. Y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado. Con tu sangre compraste para Dios gente de toda tribu, idioma, pueblo y nación.
Entonces los que estaban reunidos con él le preguntaron: ―Señor, ¿es ahora cuando le vas a devolver el reino a Israel?
¿Acaso quieres matarme a mí, como mataste ayer al egipcio?”.