Iban conversando sobre todo lo que había ocurrido.
El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien. Pero el que es malo, de su maldad produce el mal. Pues de lo que abunda en el corazón habla la boca.
Aquel mismo día dos de ellos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén.
Sucedió que, mientras hablaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos.