Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea siguieron a José. Querían ver la tumba y cómo colocaban el cuerpo.
Pero todos los conocidos de Jesús se quedaron mirando desde lejos. Incluso las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se quedaron lejos.
También iban algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades. Entre ellas estaban María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían salido siete demonios;
María Magdalena y María la madre de José vieron dónde lo pusieron.
Allí estaban, sentadas frente a la tumba, María Magdalena y la otra María.