―Si eres el Cristo, dínoslo —le exigieron. Jesús les contestó: ―Si se lo dijera a ustedes, no me lo creerían.
Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán aunque alguien se levante de entre los muertos”».
Y, si les hiciera preguntas, no me contestarían.
Mientras tanto, el sumo sacerdote interrogaba a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.
¿Por qué me interrogas a mí? ¡Interroga a los que me han oído hablar! Ellos deben saber lo que dije.