Él aceptó y comenzó a buscar una oportunidad para entregarles a Jesús cuando no hubiera gente.
Por eso decían: «No durante la fiesta, no sea que se amotine el pueblo».
«Pero no durante la fiesta —decían—, no sea que se amotine el pueblo».
Ellos se alegraron y acordaron darle dinero.
Llegó el día de la fiesta de los Panes sin levadura, en que debía sacrificarse el cordero de la Pascua.