Pero luego, cuando encendieron una fogata en medio del patio y se sentaron alrededor, Pedro se les unió.
No se dejen engañar, pues como dice el refrán: «Las malas compañías echan a perder las buenas costumbres».
Y, como estaba angustiado, se puso a orar con más fuerza. Su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra.
Se reunieron entonces los jefes de los sacerdotes y los líderes del pueblo en el palacio de Caifás, el sumo sacerdote,
Una criada lo vio allí sentado junto al fuego, lo miró detenidamente y dijo: ―Este estaba con él.