―Señor —respondió Pedro—, estoy dispuesto a ir contigo tanto a la cárcel como a la muerte.
―Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro con firmeza—, jamás te negaré. Y los demás dijeron lo mismo.
―Aunque todos te abandonen, yo no —declaró Pedro.
―Ustedes no saben lo que están pidiendo —les respondió Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo voy a beber? ―Sí, podemos.
―¿Por qué lloran? ¡Me parten el corazón! —respondió Pablo—. Por el nombre del Señor Jesús estoy dispuesto no solo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén.
Pero él le dijo: ―Pedro, te digo que hoy mismo, antes de que cante el gallo, tres veces negarás que me conoces.
Jesús le respondió: ―¿Tú darás la vida por mí? Te aseguro que antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.
Pero él lo negó, diciendo: ―Muchacha, yo no lo conozco.