Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la tentación a los que viven como Dios quiere. Pero también sabe castigar a los malvados, y lo hará cuando llegue el día del juicio.
Pero, de la misma manera, con una sola orden suya, el cielo y la tierra que ahora existen serán destruidos por el fuego. Ese día del juicio también serán destruidos los malvados.