Dichosos los creyentes que tienen parte en la primera resurrección. La segunda muerte no tiene poder sobre ellos, es decir, nunca estarán lejos de Dios. Serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.
Pero él me dijo: «¡No, cuidado! Soy un servidor de Dios como tú, como tus compañeros los profetas y como todos los que aceptan las palabras de este libro. ¡Adora solo a Dios!».