Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más se ganaba el afecto y la aceptación de Dios y de la gente.
El niño crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la bondad de Dios lo acompañaba.
Si de esta manera sirven a Cristo, entonces Dios estará contento y la gente hablará bien de ustedes.
El niño crecía y se fortalecía en espíritu. Y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó públicamente al pueblo de Israel.