Más bien, mientras aún haya oportunidad de escuchar su voz, anímense unos a otros cada día. Así ninguno de ustedes se volverá rebelde, engañados por el pecado.
Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte.
Pablo y Bernabé les contestaron valientemente: «Era necesario que les anunciáramos la palabra de Dios primero a ustedes. Como la rechazan y no se consideran dignos de la vida eterna, ahora vamos a dirigirnos a los que no son judíos.