Pero, en cuanto a esos enemigos míos que no me querían por rey, tráiganlos acá y mátenlos delante de mí”».
Pero su gente lo odiaba y mandaron tras él un grupo de personas a decir: “No queremos a este por rey”.
Allí está en espera de que sus enemigos sean puestos debajo de sus pies.
El rey se enfureció. Mandó su ejército a destruir a los asesinos y a incendiar su ciudad.
Ese será el tiempo del juicio cuando se cumplirá todo lo que dicen las Escrituras.
Volverá, acabará con esos labradores y dará el viñedo a otros». Al oír esto, la gente dijo: ―¡Dios no lo quiera!
Caerán a filo de espada y los llevarán presos a todas las naciones. Los que no son judíos pisotearán Jerusalén, hasta que se cumplan los tiempos señalados para ellos.