Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, para que al regresar pudiera reclamar los intereses?”.
Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses.
El rey le contestó: “Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré?
Luego dijo a los presentes: “Quítenle el dinero y dénselo al que recibió diez veces más”.