En el mismo pueblo había una viuda que insistía en pedirle: “Hágame usted justicia contra mi enemigo”.
»Si tu enemigo te va a denunciar, llega a un acuerdo con él lo más pronto posible. Hazlo mientras vayan de camino al juzgado, porque si no, él te entregará al juez, y el juez, al guardia, y te echarán en la cárcel.
Les dijo: «Había en cierto pueblo un juez que no tenía ningún respeto por Dios ni consideración de nadie.
Durante algún tiempo él se negó. Pero por fin concluyó: “Yo no respeto a Dios ni tengo consideración de nadie.
Pero, como esta viuda no deja de molestarme, voy a tener que hacerle justicia. Si no lo hago, sus visitas me harán la vida imposible”».